El deporte es eminentemente competitvo. Así lo debe ser y esa es una de sus grandes cualidades por la cual es tan beneficioso para la juventud. Pero la emulación debe ser leal. Es decir de acuerdo a reglas y con la caballerosidad con la cual se competía en los torneos medievales, en los cuales se arriesgaba la vida y la salud.
Ayer la Liga compitió leal y caballerosamente, pero no así su rival. Dispuesto a ganar por las buenas o por las malas, el equipo puertoriqueño hizo uso de la coacción y del amedrentamiento. Todo con el beneplacido del Referí que dejo el reglamento en la casa o en las Bahamas. Tal vez se lo había llevado el Huracán.
Complicidad absoluta de este pésimo árbitro, quen sólo le pitaba las faltas a los alajuelences, mientras estos eran víctimas de agresiones arteras y sin disimulo. El Equipo Islander dejó muy bajo el prestigio del pueblo puertorriqueño, que es un pueblo educado y culto. El equipo Islander dejó tirado el código ético de todo deportista y nos hizo una demostración de comportamiento salvaje sin el menor asomo de hermandad latinamericana. Ya ven, no hemos visto a ningún equipo americano comportase de esa manera.( Si es que los puertorriqueños están ganado méritos para que los admitan, cosa dificil dado el alto grado de discriminación de que somos objeto en el poderoso país.)
Sinceramente me alegró el segundo gol del Islander. Porque así nuestros muchachos no tuvioeron que jugar treinta minutos arriesgándo su integridad física contra esos agresores ,que gozaron siempre de la complicidad de un árbitro que lo que menos tenía era de tal.
Un resultado así no es una derrota, por el contrario es un triunfo moral, porque los costarricenses pudimos haber contestado de la misma manera, cosa que no sucedió.
¡Ellos son los que perdieron, perdieron su dignidad!
Jorge Hernaldo Jiménez Bustamante
4 de setiembre de 2008
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Politica Costa Rica 